Por un Refrigerio

Después de salir de la casa de Shana, caminó por largo rato cubriéndose de la lluvia con el paraguas que la chica le había dado, tal vez había hecho mal en quedarse así pensativo por horas ignorando al resto del universo pero, tal vez luego podría disculparse con Shana por aquello; mientras tanto entró al establecimiento y fue a setanrse en una mesa libre cerca de la ventana, donde no tardó mucho en que un camarero se acercara a pedirle la orden...

-Un Capuccino- pidió, luego se puso a mirar a la nada de nuevo.

Acababan de traerle su capuccino y después de darle el primer sorbó, observó distraídamente los alrededores topándose sin querer con la figura de Kumiko, quien parecía incómoda por algo. Dejó su café y fue hasta donde ella estaba.

-Loca, ¿Te pasó algo?- preguntó en tono desinteresado.

-Mentir no se te da bien, ya somos dos- dijo sonriendo de lado, luego la miró aun más tratando de buscar qué andaba mal con la chica, aunque no le costó mucho dar con la respuesta puesto que ella parecía ocupada en disimular molestia en uno de sus costados.

-No estoy decaído, solo pensaba en algo profundo, loca- contestó, medio indignado porque la chica insistía en llamarlo rarito. -Anda, dime o te lo sacaré con alguno de mis métodos de rarito- insistió, recordando lo que había hablado con Shana, sobre la posibilidad de que Kimuko la "loca" fuera su Sacrifice.

Chasqueó la lengua ofendido y frunció el ceño, alguien tenía que enseñarle modales a esa niña, parecía estarlo pidiendo a gritos.

-Si bueno, los raritos somos mentes pensantes, mucho más pensantes que las locas tercas y testarudas- masculló -¡Que kami me libre si tengo que aguantarte como mi sacrifice!- murmuró por lo bajo.

Blah, blah, blah y blah, muy loca, muy terca y muy testaruda, y retomando el tema de la posibilidad de que fuera su sacrifice, decidió que no le quedaba más que deshacerse de una buena vez de la maldita duda, así que regresó a su mesa, dejó dinero suficiente para la cuenta y la propina y luego salió tras Kumiko, quien ya iba unos metros más adelante, se apresuró a alcanzarla y se cruzó en su camino.

-Quieta Ahí, tu no te vas hasta que no resolvamos las cosas- advirtió mirándola seriamente.

Kami, era como tratar con una especie de animalejo salvaje, de verdad, alguna cosa mala debía de haber hecho si de resultaba que Kumiko era su Sacrifice.

-1.- Yo te digo que hacer porque puedo 2.- Dame la mano ahora- contestó, porque dos podían jugar al mismo juego, y además, porque no iba a dejarse ante una niña loca y terca como aquella.

-¡Kami! ¿Por qué tienes que ser tan terca?- exclamó comenzando a perder la paciencia, notando la reacción de la "loca" cuando ocultó ambas manos, así que... no solo era terca, loca y testaruda, sino que además, tenía que ser imprudente. Fastidiado por aquello y deseando terminar de una buena vez, jaló con los dientes el cordón que sujetaba la muñequera en su mano derecha y se la quitó bruscamente antes de jalar igual, sin permiso ni nada, el brazo de Kumiko.

-Solo lo diré una vez más, enseña tu mano a la buena o lo hacemos a la mala- insistió, cruzándose de brazos y mirándola penetrantemente.

-¡Bien! ¡Que te maten! ¡Seguro así luego puedo conseguirme un sacrifice que no este loco o loca!- gruñó ahora si, sin paciencia alguna y levantando su mano derecha hecha un puño, dejando a la vista totalmente la marca con su verdadero nombre: FEARLESS.

Abrio levemente los ojos.
-Que desgracia me ha dado Kami-sama.-
Dijo para descubrir su muñeca y mostrar su nombre para luego perderse entre la gente en direccion a su casa. Sin preocuparse si Shin la seguia o no.

(Seguimos en la casa de Kumiko XD)