Casa de Kumiko

La había seguido, debía de estar ya realmente loco porque a pesar de la discusión que acababan de tener había ido tras ella, lo único que había conseguido era quedarse en la calle completamente empapado porque... si, se había olvidado del paraguas en el restaurante.

-Vaya que a veces peco de idiota- murmuró para si mismo, sintiéndose un tanto molesto por estar mojado y sobre todo, por saber que tendría que aguantar a Kumiko y su mal genio hasta que alguno de los dos estirara la pata.

Suspiró, eso justo antes de estornudar un par de veces, además, ahora venía a resfriarse, todo por una niña loca como aquella a la que ahora sabía, estaba condenado a aguantar por el resto de los días de cualquiera de los dos. Aun continuaba lloviendo, pero igual y ya estaba mojado así que no importaba del todo, con la misma se sentó en la acera y volvió a estornudar.

-Demonios- masculló por lo bajo odiando la posibilidad creciente de enfermarse.

Levantó la mirada al oír la voz de la loca y notando que la lluvia ya no lo mojaba, sonrió medio de lado, a lo mejor podía acostumbrarse a que lo llamaran raro porque... después de todo, siempre de uno u otro modo los demás terminaban diciéndole así.

-Si bueno, tal vez sea raro pero sigo siendo humano- comentó como si nada. -Además, mi casa esta algo lejos de aquí- agregó recordando tal "insignificante" detalle.

Después de seguir a la chica hasta su casa y de que estando ahí, le dieran un par de toallas, comenzó a secarse el cabello, meditando un poco, seguramente lo de la ropa para cambiarse sería imposible, teniendo en cuenta el hecho de que ya había conocido a los hermanos de su sacrifice y ninguno era de su edad. Así que simplemente se quito la camisa y se quedó solo con la camiseta húmeda mientras se secaba todo lo que podía.

-Tal vez debería llamar para que alguien venga por mi... no puedo quedarme aquí después de todo ¿ o sí?- murmuró dubitativo.

Se lo pensó un par de veces... si bien estar seco sonaba tentador, tener ropa ajena no lo era tanto, además... ¿Qué esperaba la loca? ¿Qué se cambiara ahí mismo? Ni hablar!

-Emm ¿un baño?- preguntó haciéndolo sonar obvio.

Kami que esa niña lo sacaba de sus casillas, se mordió el labio porque sabía que si abría la boca probablemente diría alguna vulgaridad, mejor se cerró en el aclamado baño y se apresuró a cambiarse con la ropa que le habían dado. Si bien al principio pensó que no habría algo de su talla, no se había equivocado del todo, no le quedaba pequeña pero si algo grande, eso además de que no eral tipo de ropa a la que estaba acostumbrado, jeans azules en vez de los negros o a cuadros de siempre y la camisa era muy para... "niño bien" así que mejor se quedó con su camiseta y se puso la camisa encima dejándosela abierta e igual se coloco sus cinturones con detalles de metal. Una vez listo, salió y se fue siguiendo a la mucama hasta el cómedor, donde encontró a Kumiko, se acercó a ella por detrás y jaló suavemente de sus orejas.

-Mejor tratemos de llevar la fiesta en paz- comentó jalándole sus neko mimis otro poquito.

-Solo quiero café, dejé el mío en el restaurante- contestó, sonriendo de lado ante la actitud de la chica -No te pongas huraña, solo estaba jugando- agregó revolviéndole el pelo y sonriendo más ampliamente.

-Lo mismo para ti- contestó sentándose en una silla frente a ella y mirándola fijamente, porque no había nada más entretenido que hacer.

Ahí iba de nuevo, ahora se veía relajada y accesible ¿qué no podía ser así todo el tiempo? Seguro que no, puesto que no tenía tanta suerte.

-Deberías relajarte más seguido- comentó como si nada.

-Yo soy molesto porque tu provocas que lo sea, si te calmas entonces tal vez las cosas se arreglen- dijo, señalando según él, algo muy obvio.

-Vale, yo acepto eso si tu aceptas que eres una loca, terca, testaruda e impertinente- comentó sonriendo de lado.

-Um ok, me conformo con eso, así que estamos a mano loca-chan- sonrió, aunque en realidad ni se había dado cuenta de que había estado siguiendo a su sacrifice hasta su habitación.